miércoles, 9 de diciembre de 2009

San Borondón, la isla Fantasma

Buscando un cuaderno donde hacer mi lista de christmas para enviar, me topé con un relato que ni siquiera recordaba haber escrito. Como me gustaría compartirlo con vosotros, creo que el primer paso para poder comprenderlo mejor es conocer la historia REAL de la isla canaria que está pero no está, que es la base de aquel relato.

Supongo que lo he de tener en mi pc, pero no lo he encontrado. Recuerdo haber investigado el asunto y haber escrito un artículo acerca de ello, para el programa de misterio que tenia en la radio hace unos años. Así que, buscando en otras fuentes, lo he encontrado y os ofrezco toda la información acerca de dicha isla. Es mi tema favorito en cuestiones de misterio.

Cuenta la leyenda que San Brendàn de Cluainfort naciò en el año 484 de nuestra era en Tralea, un pueblo del condado de Kerry, en Irlanda. Durante años se dedicò a propagar el evangelio y no en vano fundò varios monasterios y conventos por Irlanda, Bretaña y Gales. Un dìa recibiò la visita de un pariente suyo, Barinto, que le relatò haber estado en una isla que suponìa que era el paraìso, puesto que contaba con una gran variedad de vegetaciòn, frutos y pàjaros, ademàs, el suelo estaba recubierto de piedras preciosas y nunca se ponìa el sol.

Con el sueño de encontrar ese lugar, San Brendàn decidiò embarcarse con otros catorce monjes en una embarcaciòn realizada con pieles de animales previamente impermeabilizadas. Era el año 512.

Tras siete años de viaje de los cuales visitaron varias islas, llegaron a la que ellos creìan la ansiada, allì desembarcaron e hicieron un buen fuego, poniendo una olla en èl. Cuando se encontraban celebrando la misa correspondiente al dìa de Pascua, la isla comenzò a moverse, aterrorizados los monjes abandonaron la isla y subieron a su embarcaciòn, desde dònde pudieron contemplar còmo se alejaba de ellos la criatura marina que habìan creìdo isla. Era el pez llamdo Jasconio, el primero de los que habitaron el mar y al que sin duda despertò de su profundo sueño la gran hoguera que encima de èl realizaron los monjes.

Continuaron su viaje durante varios años màs hasta que encontarron la isla que creyeron el paraìso. Su estancia allì duro siete años, en los cuales encuentran a un gigante muerto, que San Maclovio, compañero de San Brendàn, resucita. Le ponen por nombre Milduo y le adoctrinan en la fe cristiana. èste les relata las costumbres y vida de los habitantes de la isla, sièndoles de gran ayuda a los monjes durante el tiempo que allì estuvieron.

Cristòbal Colòn durante su estancia en La Gomera, mientras ultimaba los preparativos del que iba a ser su gran viaje del descubrimiento se hace eso de las apariciones de la isla, e incluso llega a investigar y recabar datos sobre el tema, que no duda en anotar en su diario de a bordo. Ya en Portugal entra en contacto con quien posiblemente fue el primer expedicionario oficial que sale en su busca en el año 1484, empresa que resultò fallida.

No obstante, un curtido marinero como Pedro Bello, declarò haber desembarcado allì tras ser llevado junto con su tripulaciòn por una fuerte tempestad dijo haber observado pisadas gigantescas y unos extraños sìmbolos.

Desde entonces han sido numerosas las expediciones organizadas en bùsqueda de la isla. Expediciones que resultaron infructuosas. La ùltima conocida fuè realizada por orden del Capitàn General de Las Canarias, Don Juan Mur y Aguirre, en 1721 y tras conocer cientos de testimonios recabados entre las gentes de la isla de La Palma y El Hierro, ademàs de la recogida de frutos, ramas y hasta en ocasiones àrboles enteros en las costas de la isla de La Gomera, creyèndose procedentes de San Borondòn. Decidiò poner al frente de dicha expediciòn al Capitàn Gaspar Domìnguez y a dos frailes franciscanos, Pedro Conde y Francisco del Cristo, otra expediciòn que fracasò como las anteriores.

A lo largo de la historia ha recibido numerosos nombres: Aproditus, Non Trubada, Encubierta, Isla Perdida, Inaccesible, Isla de las Siete Ciudades, San Blandòn y un largo etcètera. Aunque el màs conocido ha sido San Borondòn.

Cada uno de los nombres de la isla tiene relaciòn con ella, algunos evidentes. Otros no tanto, el ejemplo es ser llamada de las Siete Ciudades. Cuenta la leyenda que durante la invasiòn àrabe de la penìnsula, en el año 734, siete obispos cristianos de Portugal huyeron y se refugiaron en una pequeña isla, en la que cada uno de ellos fundò una ciudad, de ahì el nombre.

En cada uno de los lugares donde hay misterio siempre existe una leyenda màs infantil o fantàstica. San Borondòn no es ninguna excepciòn y tambièn tiene su particular cuento de hadas, en el cual se narra la existencia de unos niños como habitantes de la isla, llamados niños de agua, infantes maltratados a quienes las hadas adoptaron, siendo vigilados por la señora Seteharàlomismoquetuhiciste y recompensados los dìas festivos por la hermana de la anterior, la señora Hazloquetegustarìaquetehicieran.

Algo curioso respecto a la figura de la isla de San Borondòn es que a pesar de no haber sido nunca descubierta fue incluida en la mayorìa de los mapas de la època, siendo incluso diseñadas unas fortificaciones para ella por el ingeniero genovès Leonardo Torriani previa orden del entonces reinante Felipe II allà por el año 1592. Documento que se conserva en la biblioteca de la Universidad de La Laguna, en Tenerife, asì como varios dibujos y plantas sobre la isla.

En 1958 Manuel Rodrìguez Quintero logra hacer la ùnica fotografìa conocida hasta la fecha a la ecurridiza isla, siendo portada del diario ABC el dìa 10 de agosto de ese mismo año. Desde entonces han sido numerosos los testimonios de personas que afirman haberla visto, casi siempre en una misma zona geogràfica, comprendia entre la isla de La Gomera, La Palma y El Hierro. No obstante hay excepciones como la protagonizada por Jaime Rubio Rosales que obtuvo las primeras imàgenes en video de la isla en la tarde del 18 de octubre del 2003. El investigador y periodista quedò boquiabierto al ver una isla donde en realidad nunca hay nada, excepto ocèano, en la zona comprendida entre la isla de Gran Canaria y Tenerife. Optò por coger su càmara de video personal y grabar el acontecimiento sabiendo que se trataba de la isla de San Borondòn. Eran la siete de la tarde, de una tarde muy luminosa y clara, sin apenas nubes. El sol se posaba en la supuesta isla, facilitando ver el color de la tierra. En la parte màs grande se advertìa una montaña de forma casi cuadrada que tenìa como cùmulo una especie de torre. El fenòmeno fue avistado por cientos de personas en distintos puntos de la isla, ya que la duraciòn del cual fue bastante prolongada. Al menos varias horas.

Las imàgenes obtenidas por Jaime Rubio han sido comparadas por expertos con la ùnica fotografìa existente y aunque parezca increìble, coinciden. Podrìamos decir que pertenecen a la misma isla. Curioso es tambièn, que a travès de la historia se han realizado varios dibujos de la isla coincidiendo siempre en mayor o menor grado en su aspecto. Tambièn existe una descripciòn màs exacta de todas las caracterìsticas y peculiaridades de la isla que se encuentran recogidas en The Modern Part of An Universal History del siglo XVIII.

Aùn màs reciente ha sido la experiencia vivida por Dolores Nieves, artesana tinerfeña que junto con una amiga fueron testigos ne la tarde del 26 de octubre de 2003 de una nueva apariciòn de la isla pudiendo observar desde el municipio tinerfeño de Tacoronte la silueta de la isla durante màs de una hora, declarando que incluso veìan romper las olas en su costa, ademàs de vegetaciòn y àrboles, puesto que en èsta ocasiòn la tarde tambièn era muy clara.

Buques de la armada española la han llegado a detectar en sus radares durante varias horas, visionàndola, pero en el momento de aproximarse a ella, ya a una distancia cercana, la isla se desvaneciò ante sus ojos, perdiendo la señal en el radar. De la misma forma, muchos aviones la han sobrevolado, tambièn estando presente en su radar. Curiosos son los casos vividos por la compañia naviera Transmediterrànea, que en varias ocasiones, cuando navegaba su barco de pasajeros por la zona donde supuestamente està enclavada la isla sufrieon sendos accidentes provocando heridos y graves daños en la estructura. La compañìa llegò a abrir investigaciòn sobre el caso, pero no hubo ningpun resultado concluyente, simplemente chocaron contra algo "invisible".

Nadie la ha descubierto aùn de forma tangible, pero es una isla que està muy arraigada en las leyendas canarias y podrìamos decir que forma parte de su cultura. Siempre ha sido entre los habitantes canarios objeto de conversaciòn, sobre todo en dias posteriores a alguna de sus màgicas apariciones, que aùn hoy en dìa, en la època de la ciencia, no son explicables. ¿Realidad? ¿Espejismo? Algùn dìa lo sabremos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Que interesante! Es la primera vez que oigo hablar de esa isla fantasma. ¡Que cosas!

Maritere dijo...

Pues yo además es que nunca he tenido la oportunidad de verla. Que pena. Pero bueno. Ahora pongo la historia que me surgió en la mente a raíz de esto...eso si...se que no termina cuadrando del todo, es que no puede ser de otra forma, porque si no, no podría coincidir con la verdadera.

Gracias por tu comentario!

Besos

Anónimo dijo...
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